Madre…
Quiero pintarte este día con el color de la ternura
Con la que fuiste llenando el cántaro de mi vida.
Con tus mimos y tus besos, tus enojos y caricias,
Con la pureza de ese amor, que no tiene mezcla alguna.
Te pintaré el día con soles y con flores,
para ver la sonrisa de tu alegría.
Tantas veces oculta por la angustia y la desdicha,
por los sueños interrumpidos, de fiebres amanecidas.
Por tu paciencia para enseñar a andar la vida,
caminando adelante, como escudo ante el peligro,
o bien al lado, cual compañera del camino,
caminando detrás al saber que ya he crecido.
Siempre presente Madre, mujer de manos cálidas,
de corazón sensible y fuerza de león.
Para defender la flor de su carne nacida,
para amar sin egoísmo desde el corazón.
Fuiste Madre antes de verme,
en ese amor de mujer enamorada.
Cambiando tus gemidos por sollozos al tenerme,
viviendo el misterio de la vida en tus entrañas.
Madre tu nunca pides nada y todo entregas,
tus horas, tu esperanza, hasta tu vida…
Son de tus senos la vida transmitida
y de tus ojos las miradas sin mentiras.
Es tu pecho el refugio de caídas,
son tus lágrimas en silencio vertidas.
Eres el yunque que soporta las horas duras,
sos la maza que modela, forja y templa.
Madre de amor inmenso como un bello cielo azul,
como un sol que alumbra, que siempre entibia.
Angel divino que un día de las estrellas bajó,
para cobijo de un niño; hermoso reflejo de amor.
Madre, por eso quiero pintarte en este día
con el suave pincel de tu dulzura,
para imprimirte como un sello en mis pupilas,
para verte siempre mujer de miel ternura.
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